19 de septiembre de 2008

“Necesito que el hombre sea muy apasionado” Agus [Noticias 08-08-08]


AGUSTINA ATTIAS REVISTA NOTICIAS

"Ya me di unos cuantos golpes con el snowboard, por eso me tiro despacito y con instructor”, dice entre risas Agustina Attias, que a los 23 años, y pese a haber crecido en Chubut, todavía no logra dominar la tabla. “Pero con un par de clases más salgo buena”, asegura esperanzada la modelo de la agencia Multitalent que sí se animó a deslizarse hacia la conducción. Debutó el año pasado en “Sin Escalas”, un magazine deportivo por canal 7, y esta semana arrancó con “Los 15 mejores”, un ranking de videos por la señal de cable “Quiero música en mi idioma”.

Noticias: ¿Por que creés que te eligieron?
Agustina Attias: Como hice bolos en “Casi Ángeles” y “Son de Fierro” quizá di una imagen teen, parecida a la de Fer Dente, mi compañero. Creo que soy linda pero no tengo un perfil jugado.

N: ¿Alguna vez diste una imagen que no te gustó?
A: Sí, muchas veces tuve que posar de forma sexy, casi guarra. Y cuando veo las fotos publicadas me espanto un poco.

N: ¿Y por qué lo hacés?
A: Me divierte. En esas producciones todos me hacen sentir superlinda, me maquillan, me peinan...

N: Tu novio debe de sentir celos...
A: Sí, a Diego verme semidesnuda en las revistas lo pone un poco nervioso, y creo que es lógico, pero lo manejamos bien. Él es diseñador industrial pero cuando nos conocimos yo ya estudiaba teatro. Sabe que tengo vocación artística.

N: ¿Planean vivir juntos?
A: Sí, seguramente el año que viene. No quiero correr. Prefiero juntar plata para comprar una casa.

N: ¿Qué mirás en un hombre?
A: Que no sea demasiado fashion, que sea trabajador, dulce y, sobre todo, muy apasionado. Necesito que siga mi tren escorpiano. Por mi forma de hablar no parezco Escorpio, pero cuando me saco ¡puf!, exploto, y en eso Diego me entiende.

N: ¿Qué hacen los fines de semana?
A:
Salimos a comer, al cine o al teatro. Los días de frío nos encanta pochoclear con una peli en casa.

Desde que Emilia se fue a vivir con su novio, el Turco Naím, en el PH del barrio Las Cañitas conviven Agustina, su mamá, su hermano Gonzalo, de 19, su melliza Bárbara y su perra Fiona. “A veces –cuando Emi y el Turco tienen que viajar– les cuido a los suyos, Ramón y Nina. Me encanta salir a pasear con los tres perros por el barrio”, cuenta Agustina.

N: ¿Te reconocen los vecinos?
A:
No todos, aunque la semana pasada uno me gritó “¡Ustedes, las Attias, son todas hermosas!”. (ríe)

N: ¿Cómo te afecta el hecho de ser hermana de Emilia?
A: Tiene un lado bueno y uno malo. Por ser su hermana me prestaron más atención. Pero después cuesta sacarse ese mote de “hermana de”. Todos nos comparan. Siempre tengo que aclarar que no entré por acomodo. Ahora lo tomo con gracia, porque estoy segura de lo que quiero.

N: ¿Cuál es tu look básico?
A: Musculosa, jeans y pelo suelto, bien natural. Bueno, de vez en cuando, a la noche, me gusta ponerme unos buenos tacos rojos (ríe).

N: ¿Cómo te cuidás?
A: Gracias a Dios tengo buen metabolismo, y encima soy joven. Porque con la comida... ¡soy un desastre! Soy hipergolosa. Un día probé esas vianditas light ¡y no hubo caso! Trato de estar bien sin obsesionarme. Hago ejercicios localizados en Palermo dos veces por semana y con eso me mantengo.

N: Las Attias son de curvas poderosas...
A: Sí, en mi caso tiendo a engrosar la cola. De arriba soy muy chiquita. Así que cuando engordo se va todo abajo. Cuando adelgazo, se me reduce arriba.

N: ¿Te hiciste alguna operación?
A: No, pero me haría las lolas cuando se caigan, y un toquecito en la cara cuando haga falta.

N: ¿Tenés algún vicio?
AComer! (ríe). Antes fumaba, pero dejé hace dos meses. Tener olor a pucho es un asco, y eso de salir a fumar los días fríos no me iba más.

N: ¿Qué gastos hacés en forma compulsiva?
A: Cuando voy a las perfumerías soy imparable. ¡Me compro cremas de todos los colores! En el súper lo mismo: agarro las galletitas por si me da hambre, las barritas para la cartera, el queso para esperar la comida. Y si voy a comprarme una bombachita me vuelvo con un calzoncillo para mi novio y un par de medias para mi hermano. Acá en Bariloche enloquecí con los chocolates.

N: ¿Cómo te llevás con tus colegas modelos?
A: En general bien, pero siempre hay alguna que tiene actitudes feas. No me gustan la competencia y la envidia. Hay personas demasiado inseguras. Igual, si alguien no me cierra no le doy vuelta la cara, le digo “hola, qué tal” y sigo con lo mío.

N: ¿Tenés amigas en el mundo del modelaje?
A:
Tengo muy buenas compañeras. Mis amigas son del colegio o de la facultad.

N: Ah, ¿vas a la facultad?
A: Bueno, en realidad cuando empecé a modelar sentía que era una profesión un poco frívola, en donde cultivás más el cuerpo que la mente. Por eso me inscribí en la Universidad, que te abre mucho la cabeza. Empecé Nutrición en la UBA. Me encantaba todo lo relacionado con el cuerpo. Pero el CBC de Medicina era muy difícil...¡Odio Física!

N: O sea que...
A:¡Sí, dejé! (ríe). Por ahora me dedico al teatro. Curso en dos escuelas porque me gusta conocer distintos métodos. Quiero poder hacer humor o un papel dramático. ¡De chica miraba todas las novelas!

N: ¿Cuáles, por ejemplo?
A: Las de Andrea del Boca, como “Perla Negra” y “Zíngara”. O las de Araceli. A veces pongo el canal Volver y me vuelvo a enganchar. También me cuelgo con las películas argentinas viejas.

N: Antes de ser modelo ¿trabajaste en otra cosa?
A: Sí, cuando terminé el colegio fui preceptora y vendedora de ropa y celulares. ¡Pero no vendía nada! No sé cómo no me echaron. Si –por ejemplo– a una clienta no le quedaba bien el talle, era totalmente sincera. Pensaba más en las personas que en mi bolsillo.

N: ¿Con tu novio tampoco sos persuasiva?
A: Hmmm..., con él aplico el llantito, porque soy de lágrima fácil. Así que cuando se me hace un nudito en la garganta lo dejo fluir. Igual ya me pescó, ¡y está dejando de hacer efecto! (risas).

N: ¿Por qué cosas llorás?
A: Por la gente que la pasa mal. El noticiero, por ejemplo, me pone triste. Me afecta que discriminen a alguien. Por eso, cuando surge algo solidario trato de ayudar. Un día, cuando tenga más tiempo, me gustaría abrir mi propia fundación.

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